lunes, 25 de marzo de 2019

Resiliencia fotográfica

He escuchado más de una vez que algunas tribus se niegan a ser fotografiadas porque esas máquinas roban las almas.

Quizá sí que lo hagan, a su manera.

O quizá no sea el alma lo que roban, sino emociones.
A mí, en cierto modo, me pasa.

Una vez estaba muy enfadada y fotografié una cuerda a punto de romperse. El enfado desapareció.
Otra vez sentí que alejaba a la gente para autoflagelarme, hice un fotomontaje en el que salían pinchos de mi columna vertebral. La angustia se desvaneció poco a poco.
Me sentía demasiado diferente por dentro y por fuera y al representarlo en la foto encontré algo de paz.

Así que quizá esta vez vuelva a funcionar.
A ver si la cámara es capaz de enjaular las lágrimas y de alejar el dolor de lo inevitable una vez más.


miércoles, 26 de septiembre de 2018

IM-PERDIBLE (#TristeCantoDeQuimeras. Changeling: World War II)

BSO opcional:



Un brillo metálico en el suelo llamó la atención de Isera.

La sátyro del cuerno roto flexionó sus patitas para alcanzar el objeto que había encontrado. ¿Un imperdible? qué irónico.

—Qué suerte, así ya no puedes perderte —la estridente voz de Milky sonó a su lado. Isera siempre decía que le gustaba hablar con pookas porque tratar de comprender el significado real de su conversación era muy estimulante; sin embargo, esta vez las palabras de la mapachita le parecieron absolutamente reales.

—No, yo no, pero… —Isera se muerde un momento el labio en medio de una sonrisa por la ocurrencia que ha tenido. Se gira y busca con la mirada al chico de las Juventudes.

Ahí está, con el uniforme lleno de flores con las que la sátyro le estuvo adornando anteriormente. Solo tiene doce años, aunque es un niño alto y con arrojo. Su rostro feérico es más grande y más azul, pero se balancea sobre sus pies con vergüenza cuando ve acercarse a la chica con patas de cabra.

“Qué pequeño es…”. Helga, que se siente más Isera que Helga cuando está cerca de él, no puede evitar ese pensamiento intrusivo en su cabeza de vez en cuando. Ella es toda una señorita de dieciséis años, su familia ya le busca marido y está acostumbrada a moverse en círculos sociales de adultos… pero ahí está, parada delante del troll infantil que dice que la tiene en sus sueños y que la recuerda de vidas pasadas. Ojalá ella pudiera recordar más claramente…

Njord la observa con ojos enormes y brillantes, sonriendo dulcemente. “Qué pequeño es…”. Isera se acerca un poco más y engancha el imperdible en la solapa del uniforme del niño, que mira expectante.

— He sentido que tenía que darte esto —ella acaricia la pieza de metal imbuyéndola de Glamour y le mira a los ojos—. Es un imperdible, ya no te puedes perder. Ahora siempre te encontraré, no importa cuándo.

Él la mira sin palabras y la abraza con fuerza. Ella le da un beso en la mejilla antes de que otros changeling se lo lleven a una misión.

— ¡Tienes que volver! ¡No puedes perderte, que no se te olvide!

Isera le despide desde lejos con la mano. “Qué pequeño es…”.

ETERNAMENTE (#TristeCantoDeQuimeras. Changeling: World War II)

—Por lo menos estoy contigo, por lo menos estamos juntos, al menos estoy contigo…

La sátyro repite estas palabras entre lágrimas como un mantra enloquecido mientras aprieta sus dedos entrelazados con los de un joven troll con la manga izquierda de la camisa desgarrada. Un soldado ruso con la cara manchada de sangre y barro les separa violentamente a la orden de su superior y les obliga a formar fila alejados. Isera, la sátyro, llora ahora desconsoladamente con la cabeza agachada. No se atreve a mirar hacia el cuerpo sin vida del pequeño dragón que había llegado hasta allí escondido en su ropa y que ahora yace en el suelo con el cuello partido por un redcap, el mismo redcap que les había ofrecido unirse a la Corte Oscura y que solo había recibido un “muerte antes que deshonor” como respuesta por su parte.

La fila avanza.

—Papeles.

Isera llora aún más al ser consciente de que lo ha perdido todo en la huida y que no tiene nada. El terror agarrota su cuerpo mientras escucha al ruso gritar con desprecio que le den una paliza y que la lleven a la sección de prescindibles. “Prescindibles”. La palabra resuena en su cabeza como si se acabara de quedar vacía.

Un borrón azul se lanza contra el soldado soviético en cuanto le pone la mano encima a la sátyro: el troll empuña su enorme martillo tratando de salvar a su novia y lo hunde en la cara del soviético.

Suena un disparo mientras se llevan a rastras a Isera, que solo puede gritar histéricamente el nombre del amor que había olvidado y recuperado.

—¡¡Njooooooooooord!! ¡¡Njord!! ¡¡¡NJOOOOOOOOOOORD!!!

Las lágrimas apenas le permiten ver la sala en la que la han tirado y obligado a arrodillarse. Es sombría y húmeda, y hay gente tirada en suelo que no parece respirar, aunque ella siente que tampoco es capaz de hacerlo entre tanto sollozo.

El soldado intenta sujetarla y ella se revuelve, dando coces. “Pum”. Un disparo en la pata la hace caer definitivamente al suelo gritando de dolor, perdiendo también la tiara de cristal y forja que llevaba sobre la cabeza. El soldado sonríe macabro y se pone sobre ella.

—Sí, eso es, grita, así me pone mucho más.

Desde fuera, Njord escucha impotente los gritos agónicos de la mujer a la que ama. La sangre derramada se mezcla en el suelo con sus lágrimas y siente que la vida se le escapa del todo. “Te buscaré otra vez, eternamente”.

Njord cierra los ojos por última vez. No llega a escuchar el disparo que hace que los gritos de Isera, finalmente, cesen.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Quizá es culpa de la música jazz sonando a las dos de la mañana

¿Sabes? Esta mañana quería escribir. Tenía fragmentos de texto revoloteando por mi cabeza sin mucho orden ni concierto, pero los tenía. Y, bueno, tengo este rinconcito en forma de blog más que abandonado...
Pero ya no están.

Quizá es que ya estoy demasiado anestesiada. Quizá ya no consigo que me importe lo suficiente. Quizá es culpa de la música jazz sonando a las dos de la mañana.
Supongo que no podemos elegir cuándo empezamos a curarnos, Valerie.


lunes, 23 de abril de 2018

sábado, 3 de marzo de 2018

Catarsis o autodestrucción

"He oído muchísimas veces eso de que los sentimientos más fuertes son los que te otorgan la mejor inspiración para crear...
En cuanto a los sentimientos de dolor, concretamente, nunca he estado demasado segura de si con ellos creamos por catarsis o por autodestrucción."


Eso escribí hace dos años, Facebook se ocupa de recordármelo.
Yo debo de estar ya lo suficientemente muerta por dentro, demasiado autodestruída como para purificar sentimientos nocivos, si es que este vacío puede llamarse "sentimiento".

Otra vez será.
En otra vida, quizá.

domingo, 16 de julio de 2017

Fin de semana

Me gusta decirte "te quiero" los domingos.

No solo los domingos,
pero sí especialmente.

Será que en una dieta libre de ataduras
y grasas saturadas
necesito un día a la semana,
solo un día,
para saltármela y llevarme a la boca
algo dulce como tu nombre.